Jean-Marie Cartereau

Jean-Marie Cartereau es un artista intermedio.

Juega, en dibujo o pintura, con las ambigüedades de la representación, creando un universo de fantasía en el que se funden animal y vegetal, un misterio donde la imagen que surge del desenfoque de los pigmentos se impone al artista. . Jean-Marie Cartereau explora las fronteras del todavía no aquí y más completamente el allá y nos invita a descubrir el delgado límite de los opuestos, la estabilidad, la inestabilidad, el vínculo con la tierra que transforma en manglar en su serie Paisajes transitorios, o al contrario la llamada a la ascensión, a lo celestial y en ocasiones a lo inquietante con la serie Wings ether and limbo…

La creación es para él el equivalente de un lenguaje que impone su fuerza en relación con su modo de vida. Su relación con la naturaleza es trascendida por su imaginación, como trazó en 2013 su segunda retrospectiva en Villa Tamaris bajo el título Mi historia natural. Testimonio de ello es la serie Les faux semblants, con sus intrigantes pero juguetonas criaturas, una síntesis de follaje y raíces que habríamos descubierto y sobre las que proyectaríamos, como un niño, un mundo fantástico.

Jean-Marie Cartereau es también un artista del silencio.

Trabaja en su estudio antes del inicio de cualquier actividad, en este período, después de la noche anterior al día, entre el perro y el lobo, donde se mezclan lo real y lo intangible. La serie Smokes, Mists and Fog evoca esta idea, la noción de un vínculo necesario, el artista representando la actividad de una fábrica, un tren de vapor, todo perdido en un paisaje cuyos contornos se desvanecen, confundiendo lo ordinario de la actividad con el mundo de los sueños. . La otra cuestión a explorar se refiere a la comprensión del camino a seguir para saber a qué se llega en nosotros cuando nuestra mirada se detiene para comprender la obra que se nos presenta.

Obviamente, este universo cubre el camino recorrido desde los orígenes hasta nuestros días. Largo camino para una evolución que le concierne en primer lugar.

Aquí encontramos una necesidad "expresionista" que atañe tanto a la materia en el plano físico como al espacio en el que se sitúa la naturaleza. Hay una transfiguración de lo mineral, lo vegetal, lo animal y lo humano a través del prisma del color que juega con la magnificencia del arco iris.

No debemos olvidar que la atención a la naturaleza no es una representación de la realidad fotográfica sino una imperiosa necesidad de espiritualidad que orienta los primeros pasos hacia una necesidad del más allá.

"Crear caos para ordenarlo mejor", tal podría ser el deseo de Jean-Marie Cartereau.