Géraldine Omarini

Como arqueóloga, Géraldine Omarini comenzó exhumar las últimas letras impresas de nuestras fábricas del siglo XIX, letras que olían a tinta, cuero y madera. Trabajo paciente, trabajo de sombras, artesanía segura y sensible. Más allá del homenaje al pasado, se trataba de organizarlos de tal manera que tuvieran sentido, jugando con sus tamaños, sus formas y sus colores, más allá de las palabras evocadas tan fuertes como eran. Había algo así como un lenguaje secreto que se desvelaba, ofreciendo al espectador la posibilidad de desvelar su imaginación. Todo esto sigue existiendo en la nueva obra de Geraldine Omarini, con la sensación de que las letras de hoy son más "legibles", llevando dentro una escritura, intención, estilo y elecciones más asertivos. Por tanto, quizás podamos hablar de madurez. Sin embargo, la novedad aquí consiste en la introducción de la imagen y no de cualquier imagen, sino de algunos iconos del cine, la canción y la pintura. Con la justa dosis de empatía y distancia para que las letras y las palabras, a través de su organización, revelen tanto la esencia de su viaje como una estética personal expresando la emoción que despiertan. Entonces, ¿podemos tener la impresión de que las letras capturaron la imagen como capturaron las palabras? Y esto está muy bien. Esto es lo que permite evitar la simple ilustración, es lo que permite que el artista exista como tal, es lo que nos permite adentrarnos en su creación mientras desarrollamos nuestra propia creación.