Stephane Franck Berthelot

SfB son las iniciales de Stéphane Franck Berthelot, nacido en La Rochelle en 1973. Su carrera educativa (escuela de negocios) y profesional (editor de música, director de comunicación de un gran grupo de medios) lo llevó a París, donde vive y trabaja. Su decisión de dedicarse a la creación es reciente. Sin embargo, su producción artística es muy densa y sus obras están hoy presentes en varios países: Suecia, Suiza, Rusia, Portugal, Australia y Francia donde expone en París y en el mercadillo de Serpette. Del mercadillo de St-Ouen.

Una de sus obras "Neons" incluso aparece hoy en la sala de cartografía del Palacio del Elíseo. Su trabajo combina varias técnicas (digitales, fotográficas y gráficas) y deja un gran lugar para los elementos de color que dibujan un universo a menudo abstracto donde su geometría personal expresa una especie de desequilibrio poético y vibrante. Trabaja el juego de luces y colores en el que la mirada se pierde, se difumina, intenta asentarse. La técnica en sí desaparece - lápiz, tinta y pastel sobre papel o pincel digital en tableta y luego editada en una sola copia en papel fotográfico de bellas artes con tintas pigmentadas - nunca es fácil percibir en qué forma y de qué manera aparece el trabajo terminado ser visto. Su luz no es la de un artista figurativo, sus formas cálidas perforan el lienzo como si se precipitaran hacia la tronera de una cortina rota.

Ya sea su serie “neon”, tanto “digital como musical” (es un gran artista precursor de la música electrónica quien lo dice) que le permite ejercitar figuras de color inéditas que parecen vivir como en el centro de una llama, u obras de las que la pura abstracción nos ofrece un camino, parecen provenir de un viejo sueño despertado por un tecnicismo completamente nuevo.

Sus figuras suspendidas, como huellas fijadas sobre fondos inquietantes, vibran como quimeras donde el espectro del desmayo pesa como el miedo.

Atento y apasionado por la modernidad, está obsesionado con huir de un pasado donde todo se adelanta, hecho de abandono y olvido. Se atreve a encontrar una salida en un laberinto íntimo donde nada se borra jamás pero donde todo se puede renovar. Una búsqueda de luz y deslumbramiento.

La propia sucesión laberíntica de estos períodos de creación demuestra su negativa a dejarse encerrar incluso por sus propias referencias. La Forma, firma original omnipresente, se convierte en un dragón contra el que luchar. El mañana debe quedar como un lienzo en blanco.

Su obra se constituye entonces como un rompecabezas sin modelo del que tenemos la sensación de que no habrá pieza final. SfB continúa ofreciendo visiones nuevas y modernas de un mundo contemporáneo frágil y a veces inhumano.