Karine Rougier

Flotando sobre la superficie blanca del papel, los dibujos de Karine Rougier albergan una población curiosa, inquietante, sexual y en ocasiones macabra. Evanescentes, perdidos en la inmensidad de una hoja A4 o un plano de 120 x 115 cm (en particular), los personajes continúan discretamente sus actividades angustiosas y liberadas. La línea negra dibuja cada cabello, cada abrigo, cada detalle con una precisión que sin duda proviene de una cierta forma de obsesión. Todo se conjuga para sentar las bases de una obra preciosa y atrevida, en la que los sueños más vagos toman forma con formidable claridad. Todo atraviesa el mundo de Karine Rougier, la imaginería médica, el chamanismo, los dioses indios, Batman y Hieronymus Bosch… las fuentes se difuminan sin más distinción que su papel en la composición narrativa del dibujo. Pero estas criaturas parecen ahogarse, la artista las deja en el fondo de la imagen, las mantiene a distancia para que no aparezcan en la realidad con demasiada confianza. El uso del patrón sólido también participa de esta precaución, nos recuerda a estas figuras del otro mundo en su condición de artefactos. Así Karine Rougier los contiene en la caja de pandora que constituye su abundante obra. Guillaume Mansart, 2010.