Jean Feldman

Primero es un trozo de ébano, un puñado de arcilla, o luego un hierro enrojecido al fuego. Entonces el hombre (¿quién es? ... ¿africano? ... ¿nativo americano? ...) le dará una forma esencial que contendrá todas sus alegrías, todos sus terrores, todas sus esperanzas. Siglos después, después de mil trueques, viajes, olvidos y reencuentros, el objeto ha pasado de mano en mano y sin embargo llega intacto, difundiendo sus secretos y sus emociones como una caja negra encontrada en el fondo del mar. Es este encuentro el que me lleva a lo más profundo cada vez y se une al recuerdo poderoso de mis primeros días, al recuerdo de esta inocencia, de esta pura alegría, de la maravilla de la creación. Mi trabajo hoy se esfuerza por ponerse al día con ese tiempo. Mis obras son intencionalmente silenciosas. “Quieren ser testigos benévolos para quienes los tienen ...” Espero que continuamente emitan los sentimientos que los engendraron.