La intención pictórica de Antoine Bono incluye la pintura y la fotografía que el artista trata en un nivel igual. Su práctica oscila constantemente entre estos dos medios. El desarrollo de sus obras no sigue un proceso de investigación documental sobre un tema específico o sobre una historia bien definida. Lo que guía la obra de Antoine Bono son las huellas intangibles que se inscriben en la memoria y la simbiosis que resulta de un enfrentamiento físico entre un paisaje y la experiencia sensorial e imaginaria. Para Antoine Bono, el espacio del lienzo es una representación de la vista. Se acerca a esta estructura como una escena que se convierte en el receptáculo de una serie de vivencias que engloban lo corporal, lo visual, pero sobre todo los recuerdos.