de Fred Alione

Alione: pintora a presión en la encrucijada del graffiti y el cómic.

ALIONE O EL ARTE DE VIAJAR DESDE DENTRO

A dos pasos de París, el taller de Alione resplandece de colores como el fuego de Bengala. En el camino arbolado, un majestuoso nogal vigila los espacios de trabajo, el más imponente de ellos al aire libre, necesario para pintar con spray. Encontramos con alegría la obra del hombre que se sumergió en este arte “con fuerza, rabia y determinación”. En una época sacudida por la estimulante explosión denominada Basquiat, el artista pronto se maravilló ante los colores fundidos de Van Gogh y Gauguin: una fascinación. La obra de Alione, que combina el impulso del arte bruto, el compromiso del street art y la poesía del cómic, rápidamente se hizo notar en MacParis, la feria ineludible de la creación contemporánea. Hoy, un galerista exigente y apasionado le abre un horizonte más amplio: Nueva York y Londres. A

Un gran desafío, un nuevo impulso. Eso es bueno, a Alione le gustan los espacios bonitos: lofts amplios, bistrós antiguos, arquitectura con grandes ventanales. El artista reinventa estos grandes interiores – con panorama – en ingeniosos planos coloridos y líneas refinadas. Alione trabaja con sus propias plantillas, cinta adhesiva y bisturí en mano, el aerosol luego ejercerá su alquimia sobre el lienzo. Un estilo ahora identificable entre todos por su luz y su composición. Como sabemos, el Retrato de Interior como género pictórico alcanzó su apogeo en el siglo XIX. Sin embargo, la teatralidad académica –dominante durante mucho tiempo– terminaría dirigiendo el género hacia el declive a lo largo de los siglos siguientes. Estas representaciones se limitaron generalmente a la interpretación documental o al trabajo pictórico puramente descriptivo, con predilección por la acuarela. Estas pinturas fueron en la mayoría de los casos el resultado de encargos destinados a representar los suntuosos hábitats de las clases aristocráticas de la época. ¡Nada de eso en Alione, como puedes imaginar! Incluso si el artista vuelve a conectarse – a su manera – con este importante movimiento artístico dándole un aliento radicalmente nuevo. Alione revive el género, renueva el enfoque y crea un proyecto decididamente gráfico, con una intención urbana, una inspiración pop-rock sobria o una sensibilidad más conectada con nuestra imaginación contemporánea. Pero es sobre todo mediante el hábil uso de técnicas que yo calificaría de aero-solares como el artista innova: un manejo agudo de los materiales cromáticos del siglo XXI. Es así como el pintor despliega sobre el lienzo su paleta original y su visión única como digno heredero de artistas del graffiti como Keith Haring o Jean-Michel Basquiat, por citar sólo algunos. Como la historia del arte siempre se expande y crea ecos íntimos, encontramos en Alione el gusto por la línea negra que estructura el lienzo a la manera de una Combas o incluso un Buffet. Pero la supremacía del color iniciada por el “fauvismo” sigue estando no menos presente para quienes han admirado durante mucho tiempo el cuarteto Derain, Gauguin, Matisse, Van Gogh. Sin embargo, el polifónico Alione rechaza las clasificaciones, está imbuido tanto de la imaginación enigmática de un Magritte como de las formas radicalmente refinadas que se encuentran en las naturalezas muertas de un tal Picasso, y el dominio de las armonías cromáticas sigue siendo su preocupación constante. Pero Alione es muy propia de su época, tanto en las referencias culturales como en las citas populares que irradian sus composiciones. Si la huella amortiguada de Roy Lichtenstein –y por tanto del movimiento Pop Art– puede recordarnos aquí o allá, Alione es ante todo un raro artista de la lata de aerosol. Un diseñador con un toque único, con esa luz tan particular que le pertenece y que envuelve siempre con fuerza este juego múltiple, festivo e infinito de “escenarios interiores”.

Inventor de la forma, Alione se apropia definitivamente de estos nuevos espacios y los consagra a través de la generosidad de imágenes y símbolos que irrumpen en el lienzo como grandes destellos de alegría y color. Celebrando así una nueva era, un nuevo capítulo en la historia nativa del Presionismo, este movimiento original que tan bien supo encontrar su camino único y su lugar distintivo diferenciándose del arte Graffiti.

Los retratos interiores de Alione nunca dejan de seducir, sorprender e intrigar. Aquí está la razón. ¡Estas obras están simple y sutilmente saturadas de signos polifónicos de Vida! Depende de nosotros detectar persistencia y rastros de vida en las entrañables geometrías de los muebles de diseño o vintage, nos corresponde adivinar fragmentos de destino en estos espacios repletos de pistas familiares, con impresionantes vistas de Otros Lugares. Aquí brilla una copa de champán, un libro iniciado se detiene, crecen plantas extrañamente exóticas, una guitarra se abandona, un saxofón paciente, un sofá ofrece sus tiernos motivos. Allí, tubos de colores y botes de pintura marcan la pauta. Allí parpadea un juguete de la infancia o un mapa que invita al gran viaje. El mundo de Alione es un tumulto tranquilizador, un bazar armónico, un desorden grandioso que se parece a la Vida: ¡un delicioso vértigo! Dejémonos entonces atrapar por este fabuloso torbellino de citas pictóricas que tienen sentido y dan un hermoso despegue a esta obra enmarcada como en el cine, pero fuera del marco por su fuerza singular. Alione pone en escena escenarios de una vida cotidiana – embrujada – habitada por la historia del arte, ¡en una vertiginosa puesta en abismo! Aquí el ojo tropieza con un Basquiat, se fija en un Monet, vislumbra un Matisse, se sorprende con un Van Gogh, se deleita con un Wahrol o se conmueve con un Klimt. Estamos en casa con el artista, con los demás, en casa. Y empezamos a soñar a lo lejos frente a esas inmensas ventanas abiertas a la ciudad que sueña, al monumento que vigila o a la nube que baila. Electrón libre y figura reconocida del movimiento llamado Presionismo -nombre en clave del graffiti-, Alione domina la magia cromática del aerosol tanto como la intensidad de los encuadres o el brillo de las texturas: un arte impresionante. Instintivamente, ejerce la presión exacta para obtener esta luz vibrante, todavía urbana pero ya interiorizada con vistas al resplandor específico de cada cuadro. Entonces el lienzo cobra vida y somos espectadores asombrados de un teatro desierto de sus personajes en el escenario alucinado que se abre al infinito del Tiempo. Pero no nos equivoquemos, la pintura de Alione no es sólo de belleza decorativa o narrativa, también es una obra meditativa: una contemplación activa. No obstante, el acto de pintar de Alione sigue siendo pura energía y abundante romance. Porque cada interior realizado en Alione revela una historia única, una película única: una presencia. Una invitación a un gran viaje hacia los “interiores”.

Una obra misteriosa, inmediata, profunda. Infinitamente humana.

Antonio Campo