Guillaume Chevallard

Hay fotógrafos que domestican las sombras para resaltar mejor los objetos y las formas del espacio urbano. Es el caso de Guillaume Chevallard, fotógrafo y diseñador gráfico lionés, explorador de líneas, que no deja de explorar nuevos terrenos de juego bajo sus aspectos más abstractos.

Su visión nos impulsa a un universo donde la estética urbana se combina con la naturaleza onírica de los tiempos modernos. Su terreno favorito no se detiene en la zona cero.

Es en los meandros de una ciudad de geometría variable, en el movimiento de un cuerpo o, simplemente, en un momento de la vida cotidiana donde encuentra su inspiración, revelando las zonas de luz y de sombra de una escena de claroscuro, cuya fugacidad y versátil vagabundeo capta, a la manera de David Lynch, Pierre Soulages o Edward Hopper.

Hace malabares entre el blanco y negro y el color, desarrollando así nuevas sugerencias visuales que conllevan significado e intensidad. En una búsqueda permanente de un esteticismo refinado, como un líder en busca de un nuevo camino, explora nuevos conceptos fotográficos como se muestra en su última serie titulada "evaporación".

Una forma original de trascender la imagen, donde los personajes se funden armoniosamente con el decorado y sus colores. Su paradigma de un mundo en claroscuro toma así forma. El trabajo del desenfoque, salirse del encuadre, hacer respirar los ángulos, aprovechar este soplo de libertad, donde el color se diluye, el sujeto se difumina, la luz se empapa como una acuarela.

Pero siempre da esta dirección impetuosa a nuestra mirada hasta el corazón de la imagen, como un objetivo ineludible. El encuadre es una obra de orfebrería, preciso, despojado de cualquier elemento que distraiga la mirada de lo esencial y que el contraste apoya. Estamos atrapados, absorbidos por la imagen, como si estuviéramos atrapados en una vorágine hipnótica.