François-Régis Lemonnier

Las pinturas de François-Régis Lemonnier exploran al hombre y su entorno. En sus pinturas, pequeñas figuras flotan en grandes espacios, se mueven y se encuentran, experimentando su propia condición, soledad, alegría, pobreza, solidaridad, olvido. Su muy pequeño tamaño destaca su gran humildad: el hombre y su destino, singular, feliz o dramático, en un mundo en constante cambio.

Utilizando en sus obras materia prima, arena, siena, lámina de zinc oxidado, oro o plomo, pero también zonas planas de óleo y pintura acrílica, el artista inventa para el hombre un espacio hecho de puntos, líneas puras y formas geométricas, en que tendrá que encontrar su lugar.

Su práctica es ante todo una mirada a lo humano, pudiendo cada pequeña silueta representar en la imaginación del pintor un símbolo, cultural, geográfico, mitológico, histórico. Ya sea que sitúe al hombre en el universo marino de sus orígenes malvinos, en un paisaje montañoso o urbano, la reflexión del pintor tiende a la universalidad del lugar del hombre en su entorno.

Lejos de la representación y el realismo, las pinturas de François-Régis Lemonnier toman altura y constituyen ventanas abiertas al mundo, un mundo inmenso, que se traga a un hombre cada vez más pequeño, casi invisible. Estos viajes al centro del universo son también viajes dentro de nosotros mismos, en lo profundo de nuestro ser interior, donde el cuerpo y la forma desaparecen para dar paso a la evanescencia del espíritu.