Catarina Bravo

Catarina Bravo nació en el distrito 14 de París en 1978 en una familia de artistas: padre músico, tío pintor, hermano escritor… Desde pequeña su padre la introdujo en la pintura y la puso en contacto con diversas formas de arte. Desde su adolescencia hasta los veinte, viajó a Sudamérica, Cuba, Asia, Rusia. A su regreso a Francia y después de completar sus estudios de arte en la Universidad de París 4, una realidad la golpeó: la de su "cuerpo enfermo", una enfermedad heredada de un padre amado y perdido. Esta enfermedad lenta e invisible invade los órganos, los destruye, debilita el organismo y la única salida es el trasplante. Su pintura es la expresión del dolor físico y emocional. “Acepté expresar de manera muy directa, la violencia que se le hace a este cuerpo en el que vivo. Los personajes con el aparente esqueleto son para mí un símbolo de nuestra mortalidad para todos, una vez despojados de nuestras apariencias físicas, de la imagen que nos damos de nosotros mismos, de nuestros atributos sociales, ¿qué queda? Debajo de la piel, de todos modos, todo mortal. Para mí, prepararnos conscientemente para la muerte es una hermosa preparación para la vida, saborearla, considerarla como una sucesión de momentos presentes. Dreeping me permite descargar en el lienzo una cierta rabia. Los personajes, especie de fantasmas, vectores de nuestros miedos colectivos, son imperfectos, con cicatrices, con órganos cortados, cosidos, muchas veces con un aparato digestivo visible. un diario. Al cuestionarme así sobre el cuerpo enfermo y efímero frente al trabajo perenne, cambio mi dolor y lo alivio, como una forma de terapia. Me enseñaron a transformar los hechos negativos en una fuerza, motores de vida. No podemos cambiar lo que nos está pasando, pero podemos cambiar nuestra percepción. En definitiva, mis lienzos son mis espejos y pueden funcionar un poco como los objetos curativos de los chamanes latinoamericanos ".