Clodine Colomer

Cuando tenía diez años, el padre de Clodine la inscribió en la escuela de arte local. Desde entonces no ha dejado de pintar, pasando del óleo al carboncillo o de la acuarela a la tinta china. A los 18 años conoció por casualidad a Pablo Picasso en Cannes. Sin dudar en acercarse a él, le cuenta su deseo de creación. Este último le dedicó un dibujo y, sin saberlo, la bautizó con su futuro nombre de artista (Clodine en lugar de Claudine). En el momento de sus estudios de posgrado, se dedicó a las Bellas Artes. Luego de 5 años se graduó con un diploma nacional en grabado abstracto y se convirtió en profesora de Artes Plásticas. Mientras continúa su carrera en la enseñanza, nunca deja de crear en paralelo y exponer. Clodine pintó en acuarelas durante muchos años antes de dedicarse al óleo con un cuchillo en 2004. Jugando con áreas planas, la artista difunde el material según sus estados de ánimo con un gesto preciso. Durante sus viajes, Clodine recorre calles y caminos y dibuja lo que la mueve. Llena su cuaderno de bocetos y anotaciones antes de recuperar la calma del estudio. Sus pinturas figurativas recorren con especial sensibilidad los paisajes del sureste de Francia. Con modernidad y emoción, también se escapa a Venecia, Nápoles, Córcega, París y la Costa Azul. Clodine hace evolucionar su arte y puebla sus pinturas, a veces con humor, con una galería de personajes capturados en el acto (los "Papotes"). Todo es fuente de inspiración para la artista: la ciudad, la naturaleza, las flores, una actitud, una gráfica, un ensamblaje de colores… Tiene un solo objetivo: pintar por placer y por agradar. Clodine ahora se dedica exclusivamente a su pintura y expone sus obras en Francia y en el extranjero.