Cada lienzo está atravesado por gestos crudos, capas profundas, tensiones entre luz y oscuridad. Fragmentos de luz se aferran a las masas oscuras, como pensamientos que se resisten. Circula, se enreda, respira. Leemos la corriente, la tensión, a veces una forma de calma inesperada.
No se trata de representar el agua, sino de lo que proyectamos sobre ella: los nudos, los desvíos, los impulsos de la vida. Estos son paisajes interiores. Estados de paso. Territorios cambiantes donde el instinto toma el control.
En algunos lugares, los toques blancos se elevan como plumas. Ligeras, casi irreales, aportan un soplo de aire fresco, un resplandor frágil, casi angelical, que perturba el equilibrio y abre un espacio más amplio.
Abysses es una serie que habla de profundidad, de densidad, pero sobre todo de ímpetu.
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