

Biografía
Los personajes andróginos de Claude Justamon, seres humanos indiferenciados, evocan el sentimiento de un posible en otra parte, de un posible de otro modo. Portadores de digestión, fuerza, pureza y serenidad, son también portadores de cuestionamientos. Estas esculturas blancas parecen tan flexibles y claras que es difícil darse cuenta de que están hechas de bronce. Sin perder de vista la pluralidad y finitud del ser humano, el sesgo del artista es la expresión de lo que tenemos en común, nuestras similitudes, lo que nos une y lo que parece fundamental y atemporal.
Queriendo estar fuera del alcance del torbellino de un mundo donde reina la inquietud y en ocasiones la superficialidad, sin desconectarse de él, estos seres nos llevan a una reflexión, nos ofrecen una actitud, un camino.
Para Claude Justamon, el primer enfoque para trabajar con la tierra fue la cerámica y especialmente la técnica de Raku. Esta técnica ancestral de la cocina japonesa, íntimamente ligada a la filosofía zen, se adapta a la cerámica de formas sencillas y desprovista de cualquier sofisticación superflua.
Desde hace unos quince años, Claude se interesa por la escultura figurativa contemporánea, con la misma preocupación por la sobriedad.
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