François Bossière

Trabajo para sacar, restaurar un ímpetu vital, el de los momentos y lugares enterrados que pueden ser los de todos.

Solo uso colores saturados, los superpongo con manchas texturizadas para producir coloraciones plurales y tender a la intensidad emocional. El color, la pincelada y sus caprichos producen así atmósferas complejas, dispositivos transculturales para reforzar la experiencia de la imagen. Los colores superpuestos constituyen tiempo, presente, pasado, futuro.

Pinto las figuras inmemoriales que son las casas que también significan familias, historias de barrios, temporalidades. Estas casas pintadas no tienen un estilo particular, pueden estar en todas partes, pertenecen a todos los que las miran. Son un poco como las personas que entregan parte de sus secretos, también llevan pistas falsas o traen de vuelta nuestra propia memoria.

Estuve mucho tiempo en China, también me dedico durante ciertos períodos a la pintura en tinta, por su inmediatez, a diferencia de la lentitud de la pintura al óleo, por la riqueza plástica que aportan las innumerables variedades de pinceles chinos.

La obra se realiza cuando la veo autónoma y regeneradora, abriéndose a un cosmos, cuando estoy convencido de su capacidad para llegar a la empatía y la memoria del espectador.