Raymond Guerrier

Autodidacta, Raymond Guerrier se interesó por el arte desde la adolescencia, frecuentando museos y aprendiendo por su cuenta a través del contacto con las obras de grandes maestros. Debutó en el Salón de Otoño y en el Salón de los Independientes en 1947. Ganó un premio durante una exposición colectiva en 1952 y luego expuso personalmente en la galería Stiébel. Al año siguiente, ganó el Premio de Pintura Joven de la galería Drouant-David, lo que le permitió abandonar la profesión de fotograbador que le daba la vida para dedicarse por completo a la pintura.

Lo que caracterizará su pintura es evidente, según Lydia Harambourg: “el vigor de la línea, la solidez monumental, incluso inmutable, las delicadas modulaciones de una paleta reducida donde juegan la sombra y la luz. » Participó en numerosas exposiciones colectivas: Bienal de Turín en 1955, Bienal de Menton en 1957, Primera Bienal de París, Arte francés en Japón de 1957 a 1959, Comparaciones de 1958 a 1965 y sistemáticamente con los Pintores Testigos de su Tiempo.

Su instalación en Eygalières en 1955 y su interés por el arte sacro contribuyeron a renovar su pintura, que se volvió más luminosa. Guerrier rompió voluntariamente con el ambiente parisino y poco a poco se alejó de los Salones. Sus viajes a España, Cerdeña, Grecia, Marruecos, Jordania e Israel aportan amarillos, naranjas y azules a su paleta. Expuso sus paisajes de Eygalières y de los Alpilles en la galería Hervé en 1960, luego trabajó sobre el tema del circo en 1964.

Sus obras se conservan en el Museo de Arte Moderno de París, Poitiers, Marsella, Pau, Calais, Le Havre y Londres.