Ma.o.dis

En 1990, descubrí por primera vez una playa de arena negra en Guadalupe.

Sentado en esta playa con el volcán Soufrière a mi espalda y el océano delante.

Este descubrimiento magnético me ha cautivado, volveré a la isla en 1993 para comenzar la recolección de las arenas atravesando la isla.

Me sorprendió ver la diversidad de colores de la arena y pensé en utilizarlos a mi regreso.

En 1995, estudié en el Instituto de Artes Aplicadas de París.

Después me fui a Inglaterra a estudiar Arte y Diseño en el City College de Manchester durante 3 años.

A medida que pasaba el tiempo, traía arenas de mis viajes, y luego mi familia, mis amigos y mi entorno participaron en la Obra en curso trayéndome arenas de sus viajes por la Tierra.

Así es como trabajo desde 1997, en los mil y un matices de las arenas del Mundo, uno de los constituyentes, los orígenes de nuestra Tierra.

He encontrado el material de mis sueños: diminuto, fluido, volátil, sólido, granítico, evanescente, intemporal, original.

Con las arenas, trazo líneas en relieve para dejar emerger del vacío las formas vibrantes de un mundo vertiginoso.

Delimitan un espacio, luego se superponen, se inscriben en el tiempo y crean ritmos con variados armónicos de colores.

La línea brota, como un latido, palpita, se agita, oscila, se rompe, se arremolina, se pliega, se despliega, se enrosca, se ondula... por sacudidas, convulsiones, atrapada en las corrientes aleatorias de la turbulencia permanente de los fluidos.

Entro en esta región del cuerpo, donde el gesto está ligado al impulso del aliento vital, y el peso de la materia mineral está en sintonía con el hilo del aire.