Babahoum

Su nombre es Babahoum. Me gusta ese nombre. En francés, este nombre evoca la irresistible caída. Es el origen caótico del mundo. Babahoum nació a unos treinta kilómetros del puerto de Essaouira, antes de la guerra, al borde del Océano Atlántico, en un pueblo rodeado de árboles de argán. Tenía veinte años cuando el sultán obtuvo la independencia. Marruecos se erige como reino. Deja el pueblo. Huye del trabajo agrícola. Se convierte en comerciante de chatarra. Entonces es el mercado de pulgas. Posteriormente, se ocupa del lagar operado por un camello. (...) Babahoum tenía setenta años cuando empezó a pintar. Su sentido de la dirección es innato, convincente, inmediato, absoluto. Babahoum llena el espacio de figuras que no se tocan, sin sombra, planteadas cada vez más alejadas unas de otras, que irradian. Ninguna perspectiva los ensambla ni los fusiona. Todo es frontal, todo está equilibrado, todo está en silencio, todo es silencio. Las cabras están en los árboles. Los viejos agitan sus bastones hacia el cielo. El espacio está poblado de burros, oasis, patos, pozos, zocos, tejedores, alfombras, palmeras, paredes oscuras. Desde 2014, Babahoum ya no habla. Vive entre el hospital y la casa de su hijo. (...) Pascal Quignard, escritor.