George Bodocan

El artista rumano-francés George Bodocan vive y trabaja en Francia. Considera que el dibujo es el lenguaje universal original y el método de comunicación más antiguo.

Al definirse a sí mismo como un observador social, imagina su trabajo creativo como una afirmación y testimonio de sus interacciones y traducción de las experiencias humanas; una traducción de sus observaciones. Enfrentado y confinado por nuestros sistemas humanos e invenciones, ha optado por ocupar un espacio entre la conciencia y la inconsciencia desde el cual hacer sus observaciones. Un lugar libre, puro y real, arraigado en energías invisibles. Un ritual de limpieza del alma a través de líneas y colores. El arte es, para este artista, simplemente la herramienta para expresar su percepción de encontrarse con los demás.

Brancusi dijo que no esculpió el pájaro, sino el vuelo; Bodo piensa que no dibuja figuras humanas sino sus encuentros, interacciones en todos sus estados y formas, siendo su trabajo una obsesión que teje una radiografía social. Gracias a su aventura en espacios alternativos, a saber: okupas artísticas en París durante más de 10 años, Bodo dedicó su tiempo y energía a la creación, siendo ayudado y apoyado por diferentes comunidades. Esta forma de vida le ha permitido observar de cerca las intimidades humanas, así como aprehender lo efímero como parámetro en la construcción de proyectos.

Esos proyectos de vida están motivados por la humanidad, el intercambio y la amistad, y ofrecen un modelo artístico y social que Bodo experimentó y disfrutó y al que seguirá vinculado. Las representaciones de dibujo en vivo y la apertura de sus talleres al público son pruebas de la necesidad de comunicar su libertad de expresión de manera directa y espontánea, tanto para inspirar como para permitir la circulación de energías.

Su estilo Urbano-Primitivo, en constante evolución, ha comenzado a incluir la naturaleza, desde que el artista trasladó su taller al campo francés. En un paisaje menos urbano, sus composiciones también se relacionan con la soledad. Sus obras, capas cada vez más numerosas y complejas de recuerdos y vivencias, presentan una constante: sus personajes siempre están vueltos hacia el sol, y miran hacia el futuro y el absoluto.

La mirada es lo que da vida a sus personajes y es, para Bodo, la experiencia original. Es condición de toda comunicación y origen de vínculos entre humanos.