Guillaume Nicolaou

Un nombre griego para una vida en Francia, con estados de ánimo catalanes, españoles e italianos en el árbol genealógico.

Un encuentro en la adolescencia con la pintura abstracta que muestra una hermosa arrogancia en las galerías visitadas al azar, la lectura de Gérard de Nerval, la escucha febril de Pascal Comelade, la visión deslumbrada de "Barry Lyndon" de Stanley Kubrick.

Finalmente, un amor casi irrazonable por las monumentales provocaciones de Dubuffet.

Influenciado tanto por este último como por Chaissac, Haring, Basquiat y Street Art, decidió identificar su obra como "Street Art Brut".

Esos pequeños encuentros que sólo pueden ser pequeños placeres culturales, de esos que son recompensas en una vida al fin y al cabo ordinaria.

Pero que lo hacen clic. Guillaume Nicolaou, a pesar del hándicap de una infancia feliz, será por tanto un artista.

Como los demás, es decir diferente. Autodidacta, huye de la camisa de fuerza del dibujo, con una terquedad ingenua, para dar rienda suelta a una recreación del mundo en blanco y negro donde la edad adulta le cuesta encontrar su lugar.

Como si el blanco y negro, en contradicción incluso con su simbolismo, se negara a llorar la infancia. Acrílico sobre lienzo, arrojado como una última carcajada de esta infancia que sabe, a pesar de todo, perdida para siempre.