Alexandre Moore Rockefeller

Alexandre Moore Rockefeller nació en París en 1988 en el seno de una familia de industriales y descubrió la pintura al matricularse en clases de arte. Allí forjó su técnica y desarrolló una pasión por la historia del arte.

Elegirá estudiar el desnudo en particular. Siendo la carne para él el último lugar del poder personal. Su obra se inspira en artistas que han sublimado la belleza ideal del cuerpo: Tiziano (en particular con "La Venus de Urbino"), Vélasquez, Goya, Monet, Matisse, Modigliani, Tom Wesselmann.

Buscará, toda su vida, dejar su huella en el presente apoyándose en un conocimiento preciso del pasado; su estética, su enfoque. La forma debe ser lo más refinada posible sobre un fondo monocromático. Sólo el reflejo de la luz por el color metalizado materializa el espacio y la silueta. El cuerpo humano se transforma mediante el uso de pintura y colores iridiscentes, inspirándose en el collage y la escultura.

Dibujo y color no se pueden disociar. Cada línea, cada curva, cada color plano contribuye a la creación de una forma. Este último es sublimado por la interacción y asociación de colores.

Su paleta, compuesta por colores metalizados, evoluciona de diferentes formas generando fuerza y energía, creando así su firma.

“Mi objetivo no es representar un cuerpo ideal y estereotipado porque reconozco la diversidad de cuerpos. Solo me interesan las manifestaciones de la vida y sus formas, que trasciendo a través de elementos del cuerpo, a través de una silueta esculpida y una desnudez abstracta.

Son odas a la feminidad, a la mujer autónoma, auténtica y libre. Trabajo instintivamente, sobre el sentimiento, sobre la vibración, como una fusión cabeza a cabeza con lo vivo.

Cada línea corresponde a una idea. El cuerpo, su plasticidad, su sensualidad, parece ocupar todo el lienzo. Las proporciones dependen del tamaño del lienzo. La construcción sucede naturalmente.

Moldeo el cuerpo humano a golpes de cuchillo, con estallidos de colores simulando la metamorfosis en estallidos de vida. De esta energía nace una sensación en el momento. La gráfica, la intensidad de cada toque y los materiales armonizan y articulan en una figura abstracta única. Así espero lograr una transposición estética de mi realidad. » AM Rockefeller (febrero de 2014)