Anne-K Imbert

Su carrera como escultora comenzó con la restauración de monumentos históricos donde descubrió ornamentación, motivos florales y vegetales que cortó en la piedra de San Maximino. Luego participó en la realización de diversas obras y proyectos de artistas de renombre internacional antes de recurrir al metal para sus creaciones personales.

Anne-K lleva 20 años trabajando para representar las cosas simples y modestas de la naturaleza: una flor, una rama, una mariposa, un vuelo de pájaros ... Bajo una apariencia fácil e inofensiva, la vida revela su frágil belleza. Los haikus esculpidos de Anne-K capturan el momento sin congelarlo.

La pureza de formas y sujetos se combina con el leve movimiento que basta con provocar una simple respiración. Las sombras se deslizan y se mezclan. Sus obras entran subrepticiamente en la privacidad de todos al establecer un diálogo silencioso. Es una puerta que se abre a nuestros estados de ánimo. Fuente de meditaciones.