Georges de La Tour

La luz de una vela que atraviesa la mano traslúcida del Niño Jesús e inunda de luz su rostro y la frente de José, sólo George de la Tour conoce el secreto de tal claroscuro… ¡Y sin embargo, su obra está olvidada por más de dos siglos! Nacido en 1593, el pintor de Lorena rara vez firma sus cuadros y, tras su muerte en 1652, se atribuyen a otros artistas. No fue hasta el siglo XX cuando Hermann Voss redescubrió la obra de Georges de la Tour y le devolvió su lugar en la historia del arte. Ahora se exhibe en los museos más grandes del mundo: en el Louvre en París, en el Met en Nueva York o en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. A menudo se compara a Georges de la Tour con Caravaggio, en particular por la elección de las escenas religiosas que representa, pero también porque expone la interioridad de los personajes a la manera de Caravaggio, menos violenta y menos dramática. Posteriormente, sus pinturas revelarán escenas más cotidianas. Con uno o dos personajes a la luz de las velas, la atmósfera es íntima, tranquila, el tiempo está suspendido, el movimiento está congelado en serenidad. Su juego de luces y sombras es digno de Caravaggio. Solo podemos distinguir los contornos de las siluetas de los personajes bañados por la cálida luz de la vela. Las tomas son ajustadas para estos personajes, el fondo es uniforme y, a menudo, oscuro.