Camille Boulard

Camille Boulard nació en 1989 en Mont-Saint-Aignan, en las afueras de Rouen. Pasó su infancia en el campo y descubrió el grafiti en el instituto gracias a su primo, que lo practicaba en París desde principios de los 90. Debido a graves problemas de salud, el adolescente practicaba inicialmente en solitario, en cuadernos de dibujo y cerca de su casa. Tras aprobar el bachillerato, entró en la escuela de arte de Le Havre en 2006, en la sección de artes gráficas e interactivas. Conoció la escena local del grafiti y se dedicó a la práctica del "vandalismo".

Justo después de graduarse en 2012, Camille Boulard se trasladó a Lille con su pareja. Allí descubre una escena activa, y se acerca a Flow - centro euroregional de culturas urbanas, y a la Maison-folie Moulins

donde realizó una residencia en 2014. Bajo el seudónimo de Prisme, también lleva a cabo una doble práctica artística en el espacio público. Sin dejar de hacer grafitis, desarrolla una obra mural que se nutre de su experiencia como diseñador gráfico y tipógrafo: en las paredes o en las cortinas de los comerciantes, elabora formas abstractas y geométricas dentro de una cuadrícula en una paleta viva y dinámica. Camille Boulard se libera así de las letras por grados y se dirige hacia la creación de frescos, "salvajes" o de encargo. Sus inspiraciones son diversas, desde el grafismo hasta el PAL y Saeio, cuya libertad formal le encanta.

En 2017, el artista volvió a vivir en Rouen. Se acercó al colectivo Lucien, que organizó fiestas y le encargó su primer fresco, al que pronto siguieron otras colaboraciones con diversos patrocinadores. Sus actividades le llevaron a ser descubierto por la galería Outsiders. La galería le orientó hacia la creación de lienzos que fueran muestras del cómic americano. El "prisma" de Camille Boulard se difracta entonces en dos facetas distintas. Por un lado, una obra mural gráfica y abstracta. Por otro, una obra de estudio figurativa, heredera de la ligne claire y decididamente pop.

Sin embargo, las intervenciones in situ del artista agudizan su deseo de experimentar con nuevas formas. En los páramos, desarrolló un estilo que describió como "galáctico", en la tradición de Ultraboys, Funco o Felipe Pantone. Pronto puso sus pruebas en lienzos y planchas de zinc. Sus herramientas, que él mismo fabrica para ajustarlas mejor a sus soportes y a los gestos que suscitan, se diversifican. Sus influencias también se diversifican: en sus tintes negros planos, se puede leer la herencia de Pierre Soulages y su capacidad para hacer emerger la luz desde más allá del negro. Al volver a lo abstracto, Camille Boulard desarrolla una síntesis entre las actividades de Prisme y su trabajo de estudio.

Al igual que sus obras in situ, sus lienzos y piezas de zinc son sensibles al paso del tiempo. Utilizando el agua o la corrosión ácida, el artista crea obras cuya terminación no congela la forma. Por sus características, están destinados a evolucionar más allá de su creación, según una temporalidad que se le escapa a Camille Boulard, y todo ello es bueno: la herencia más sensible del grafiti reside precisamente en su aceptación de un cierto grado de entropía.