Laurentiu Dimisca

Laurentiu creció en Rumania en medio de una dictadura comunista. Una sensibilidad desbordante y una necesidad de libertad lo empujan hacia la expresión artística. Estudió arte desde temprana edad, hasta el doctorado en pintura (Universidad de Arte y Diseño de Cluj-Napoca). A partir de 2000, comenzó a exponer en Rumania y en el extranjero.

El artista forma parte del movimiento de la Nueva Figuración: entre la abstracción y la figuración narrativa, entre el "Art Brut" y el "Arte Contemporáneo". Sus pinturas son narrativas, hablan de la interiorización de los sentimientos que atormentan al artista.

Laurentiu tiene espontaneidad en las ideas y en las historias que cuenta. Su gran cultura es fuente de inspiración: las mitologías revisadas y corregidas por su cuidado, las historias populares de su infancia y de su país. Pinta en acrílicos con un ardor estimulante, guerrero y con un fuerte compromiso físico.

Tiene atrevimiento en los colores, juega con ellos y los exacerba deliberadamente para obligarse a armonizar el lienzo. El corte de color recuerda el arte de las vidrieras y los rostros asociados con los ritos cristianos orientales participan en la santificación de su obra. Sin embargo, es un trabajo secular que llega hasta el erotismo. Puede pasar fácilmente del icono a la pintura erótica. Ambos están cargados de ternura y amor.

El artista recrea un universo onírico donde el simbolismo del corazón y Cupido es omnipresente. Es un himno perpetuo al amor, una llamada a luchar contra la sequedad del corazón. La abundancia de detalles transmite un desbordamiento de emociones. Su obra está cargada del optimismo imprescindible para el desarrollo de su creación.

En busca de la comunicación universal, vacila entre el arte, la "locura" y el humor. Laurentiu, sin embargo, no ha llegado al final de su búsqueda, ya que está preparando un doctorado en arte brut "Arte o locura" en las Bellas Artes de Cluj-Napoca (Rumanía).